El arte de los aros
Entró el preceptor,y el enojo es como un tigre,
te ataca cuando menos los esperás.
pidió los cuadernos,me retó,me saqué el aro:
un sol brillante
se agarraba a mí
no soltaba mi oreja.
En mi interior,un fuego
un agujero
me dejás si no estás
ya falta poco
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